Provincias Unidas del Sur (PUS)

Pedro Pablo
8 min readFeb 24, 2024

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Como vengo describiendo en otros textos anteriores, las universidades británicas, a la sazón el ámbito intelectual de Margaret Tatcher, tuvieron un momento de fuerte proliferación de intelectuales “anti-nacionalistas”. Fue una generación de autores abocados a destruir desde la teoría las bases del pensamiento nacional. El más notable de esta generación fue probablemente Eric Hobsbawm (autor de “Sobre el Nacionalismo”), seguido por otros autores como Ernest Gellner (autor de “Naciones y Nacionalismos), Montserrat Guibernau (autora de “Los nacionalismos”), Anthony Smith, John A. Hall, etc.

Estos autores, no sólo buscan destruir la idea de nacionalismo, sino la idea de Estado-Nación. Convergen en una época y un espacio: fines de los ’80, en Universidades como Cambridge y Oxford. Y coinciden además con un mecenas: George Soros. Gellner, por ejemplo, fue director de su “Centro para el Estudio del Nacionalismo”.

En ese ámbito, surge otro británico, un geógrafo llamado John A. Agnew. Este muchacho se dedica a la Geopolítica, y desarrolla un esquema de análisis muy interesante. Habla de espacios y lugares, más que de Estados nacionales. Dice que las fronteras no existen realmente. Y que un espacio pasa a convertirse en un lugar cuando reúne ciertas características: relevancia económica, identidad en un imaginario social (un nombre), cierto grado de poder propio.

Este esquema relativiza la jerarquía de los Estados nacionales pues en un mismo Estado pueden coexistir distintos espacios de poder (lugares), con identidades propias, y estas comunidades -económicas- pueden tener intereses hasta incluso contrarios los del resto del Estado.

Esta creación de sentido por supuesto necesita un elemento no menor: hay que desestimar por completo la fuerza de la cultura como elemento cohesionador (justamente el elemento del cual se aferran los nacionalistas clásicos para definir la Unidad de Representación de una comunidad política -la Nación-). Vale decir, hay que desestimar el valor político de la voluntad popular. ¿Algo más neoliberal acaso?

Desarticular los Estados y generar conflictos que fragmenten las naciones es parte de la utopía con la que sueñan los dueños del mundo digital (Soros, Musk, Gates, Bezos, Page, etc.). Lo que Eric Sadin llama la “silicolonización del mundo”. Y requiere de recursos naturales como el Litio, el Gas y el Agua, abundantes y baratos. Allí donde no haya robotización de los procesos industriales, deberá haber explotación laboral. El principal obstáculo son los Estados fuertes. El principal objetivo: la desregulación y fragmentación de las viejas formas de poder.

Ahí ya tenemos el marco teórico (la globalización neoliberal). El espacio donde se configuran estas ideas (sur de Inglaterra). Quiénes las desarrollan (Gellner, Hobsbawm, Agnew). A quiénes le interesan (Soros, la élite británica, un sector de EE.UU., la oligarquía digital). Y ahora quiénes las materializan.

Una confrontación racional y frontal no es posible. A la población mundial le encanta jugar con el celular y regalar su información personal y privacía gratis, pero tampoco es suicida. Nadie va a entregar su libertad colectiva de manera frontal. Habrá que confundirlos.

La estrategia de confusión requiere de mucha creatividad: la incertidumbre es mayor allí donde no hay antecedentes en los cuales basarse para entender el contexto. Crear nuevas narrativas en el conflicto político es esencial.

Toda esta introducción tiene un sentido fundamental, y todavía me falta algo un poco más fino. Cuando EE.UU. decidió dar fin al gobierno de Muamar El Gadafi en Libia, esa misma semana el país norafricano recibió una llamativa visita: Hillary Clinton, secretaria de Estado de Obama. Cuando se fue de Libia, dijo una frase de carácter histórico: “llegamos, vimos, él murió”. Una frase similar a la que Julio César redactó en su carta al Senado tras ganar en la Batalla de Zela en el 47 a.C.: “Veni, vidi, vici” (vine, ví y vencí).

La bandera de las Provincias Unidas del Sur flamean por primera vez en el imaginario social mientras el Canciller británico David Cameron visita las Islas Malvinas y enuncia que “son más británicas que nunca”. Y en el mismo escenario, Argentina recibe a Jefa del Comando Sur Laura Richardson, quien hace un año hacía alarde de su dominio geopolítico: “en Argentina tenemos recursos estratégicos como el litio, el petróleo y el agua dulce”.

En el mismo escenario, recibimos ni más ni menos que a Anthony Blinken el Secretario de Estado de EUA (el Hillary de estos tiempos), donde en una mesa colmada de sonrisas el Presidente le ofreció en bandeja una Argentina “que decidió volver a Occidente”.

Esta alianza formada por los 6 gobernadores patagónicos bien podría haberse limitado a un foro, o un grupo de los 6, o una serie enorme de nombres que se me ocurren cuando pienso únicamente en una limitada liga de gobernadores que se juntan por un tema estratétigo coyuntural.

Sin embargo no, eligieron un nombre que en la historia Argentina tiene mucho peso, porque es fundacional, y se relaciona directamente con una idea secesionista. El PUS, es un acuerdo que viene de antes del gobierno al cual supuestamente se unieron para poner un justo límite. El PUS existe desde Octubre de 2023, y tuvo su primera comunicación un mes después para exigirle fondos al gobierno de Alberto Fernández.

Estas provincias, salvo Neuquén y La Pampa, vienen teniendo problemas con sus paritarias y con el abastecimiento de insumos médicos hace años. Chubut y Santa Cruz concretamente han llegado a tener que retacear pagos de salarios, y Río Negro tuvo que cuotificar el pago de los aguinaldos.

Esto tiene raíz en un hiperendeudamiento descomunal en dólares que surgió en los años de Mauricio Macri, quien les abrió el grifo para el hiperendeudamiento a largo plazo en moneda extranjera. Ninguna de las obras estratégicas y revolucionarias que prometieron en sus respectivas legislaturas cuando imploraban que se apruebe el sistema de crédito, se concretaron. En Río Negro festejan la construcción de cinco hospitales (construidos en base a durlock) y que hoy no puede completar con profesionales de la salud, los que tienen están mal pagos, y los enfermos crónicos u oncológicos tienen que lograr la adquisición de sus medicamentos a través de la vía judicial de amparo.

El fracaso es 100% autóctono, pero en sus relatos de campaña, concretamente los independentistas de Weretilneck y Figueroa, alegaban una política soberanista-provincial, prometiendo a sus votantes independencia de criterio respecto de Buenos Aires. “Neuquinizate” decía Figueroa, mientras Weretilneck prometía defender los intereses de la provincia alegando que era un partido autóctono (el mismo que gobierna hace 12 años y fundió una de las provincias más ricas y diversas del país).

El contenido simbólico del país esta lleno de mensajes contradictorios y confusos, marchas y contramarchas, que buscan contener la reacción de la gente distraida. El reclamo de u$s13.500 millones de coparticipación que reclama Chubut y que justifica toda esta reacción regionalista, tiene vía para encauzar este reclamo y es un recurso ante la Corte Suprema, la cual ya ha fallado infinidad de veces a favor de las provincias.

Sin embargo el Gobernador apeló a amenazar con cortar el suministro de Petróleo y Gas, algo que puede costarle a la larga más de u$s13.500 millones en juicios por rescindir los contratos a las empresas privadas. Es que la provincia no manipula el recurso natural, sólo concesiona las áreas donde empresas privadas opera e invierten su capital en infraestructura, contratación personal, ingenieros, geólogos, etc.

Romper esos contratos o negarle a las empresas concesionarias el usufructo de los recursos, generaría una oleada de demandas millonarias contra la provincia. Y este señor lo sabe. Como amenaza es débil y tiene tramo corto, pero ¿por qué lo hace? Lo hace para transmitir a su población una falsa idea de autosuficiencia y de poder regional (un espacio que se transforma en un lugar, ¿recuerdan?).

A este relato le falta una pata, que es lo que justifica la supuesta reacción del gobierno nacional. ¿Por qué Javier Milei decide frenar las transferencias por FODIN (que cubren el 10% de los salarios docentes de las provincias) o los giros por coparticipación? Según su relato, es porque estos gobernadores mandaron a votar en contra de la Ley Ómnibus. Esto es absolutamente falso.

Analizando los votos provinciales de Chubut, Río Negro y Neuquén por ejemplo, a la sazón las provincias que mayor conflicto tienen (y más petróleo tienen), acompañaron el proyecto en general, y en buena medida en particular.

Además la cantidad de votos que aportan estos gobernadores es abosultamente marginal dentro de la votación en el Congreso Nacional: cada gobernador aporta un sólo escaño a cada votación. Hay algo todavía más llamativo: estos diputados que responden a los gobernadores en estas tres provincias, a la sazón: Romero por Chubut, Dominguez por Río Negro y Llancafilo por Neuquén, votaron a favor incluso en particular la parte de “Facultades sobre Energía y Seguridad”, algo que podría haber puesto literalmente en jaque los intereses de sus provincias.

Este relato de defensa del interes provincial es una fantasía absoluta, una promiscuidad discursiva que no resiste el menor análisis y que cualquier ciudadano argentino puede constatar en este enlace.

Basta leer los entretelones discursivos de estos representantes de la mediocridad, como el Sr. Osvaldo Llancafilo que arenga en sus discursos y tweets una defensa del interés Neuquino al que llama “Neuquén, Río Negro, Patagonia!”, ¿qué palabra elige omitir este Sr.?

No obstante lo hace para defender la Tarifa de Gas (subsidio del Estado Nacional ARGENTINO a las provincias de la Patagonia) y no para defender la defensa de una política energética, votando a favor de la delegación de facultades en dicha materia.

“Neuquén, Río Negro, Patagonia!” sic.

La construcción de lugares que fragmentan el Estado Argentino, cumple la fantasía húmeda del Reino Unido de volver a ser un actor global de carácter protagónico, en una etapa en la que necesita afianzar su poder sobre la Antártida y necesita destruir toda posibilidad de resurrección del fantasma eterno del sur, la nación díscola, la que soñó ser y se impuso cuando quiso: la República Argentina.

Hoy, estamos desarmados e inertes, de rodillas, viendo cómo un Presidente impuesto por el show twittero finge un conflicto con gobernadores incultos y genuflexos, en un escenario de creación de nuevos lugares de influencia.

El único planteo de poder posible para la Argentina, no es discutir tarifas de gas con las provincias, o subsidios para completar el pago docente. Es 1) usar el litio, el gas y el petróleo para el desarrollo nacional; 2) invertir en Defensa para ser un país impenetrable y con carácter decisor para las políticas regionales del cono sur; 3) nacionalizar la exportación de granos, el dominio de los ríos y el mar, la administración de los puertos; 4) construir una red de comunicaciones terrestres como autopistas y ferrocarriles y un régimen aduanero costa-costa que beneficie tanto a Chile como Argentina para poder exportar del Atlántico al Pacífico a costo cero.

Todo lo demás es cháchara funcional al pirata inglés.

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