Milei no entendió a los Macabeos

Pedro Pablo
6 min readMar 3, 2024

--

Macabeos de Wojciech Stattler (1844).

El Presidente de la Argentina cita constantemente al libro de los Macabeos. Es interesante, porque el libro de los Macabeos es una oda a la defensa del interés subjetivo de un Pueblo. Y más precisamente, del interés subjetivo de un Pueblo subordinado respecto de una autoridad foránea. No parece un texto que defienda a los ciudadanos de gravámenes fiscales, o de un Estado interventor. Por el contrario se refiere permanentemente al esfuerzo colectivo para salir de un escenario de opresión frente al invasor externo, en el cual es menester aunar esfuerzos y renunciar los intereses individuales y hedonistas.

Cuando los liberales hablan de la Revolución Norteamericana, suelen referirse a que estalló debido a un impuesto al Té. A lo que no se refieren es que no es un rechazo a la carga impositiva del Estado a su población, sino de un Estado extranjero que no les da representación en los procesos políticos. Nuevamente, una decisión soberana desde una conciencia nacional.

Otro ejemplo que cita permanentemente es Israel. Un Estado súper presente con una presión fiscal del 32,1% (frente al 29,1% de Argentina) sobre el PBI. La intervención del Estado de Israel en materia de salud, ciencia y tecnología, defensa, infraestructura, es muy alta y significativa. De hecho Israel es un Estado ejemplar en materia de Justicia Social.

¿Por qué Milei no entiende sus propios modelos de identificación?

Volvamos a los Macabeos porque es un libro muy interesante, casi les diría para tomar de ejemplo y asimilarlo a la Doctrina.

Empieza hablando de Alejandro Magno, naturalmente, gran conquistador de medio oriente y parte de Asia occidental. Al ver que llegaba su muerte, junta a sus generales de confianza y le divide el imperio. Los hijos de estos, como toda tercera generación, se pelea en guerras intestintas. Este proceso termina con la unificación en manos de Seleuco en el 312 a.C. quien se establece en Babilonia. El imperio seléucida era la versión bastante nefasta de lo que habría sido el Imperio de Alejandro, con valores dudosos y hambre de tributos sin mesura. La soberbia helénica, entonces de costumbres hedonistas, empieza a imponer sus valores en las naciones sodomizadas. Profanaban templos, violaban mujeres, secuestraban niños, robaban oro. Y cuando veían ciudadanos de estirpe y valor buscaban sobornarlos con oro y doblegar su moral con placeres helénicos.

Bueno, guerras intestinas y cambios de monarca, llegamos al 164 a.C. con Antíoco IV -Epífanes-, dicen las sagradas escrituras: “de ellos brotó un vástago perverso: Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida”.

Sigue explicando que había “un grupo de israelíes renegados que convencieron a muchos diciendo: -¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, porque desde que nos separamos de ellos nos han venido muchas desgracias”. Esto desembocó en algo que las escrituras sintetizan en esta frase extraordinaria: “se emparentaron con los paganos y se entregaron a toda clase de maldades”.

Cuenta que en ese contexto Antíoco Epífanes fue a Egipto, conquistó y saqueó, y volvió con soberbia a Israel, entró en Jerusalén con arrogancia, profanó el templo, robó el oro, saqueó los tesoros y “se llevó todo a su tierra después de haber causado una gran masacre y de lanzar palabras insolentes”.

“25 Un lamento se oyó en todo el país por Israel

26 gimieron los príncipes y los ancianos, desfallecieron doncellas y muchachos, se desfiguró la hermosura de las mujeres.

27 El esposo entonó un canto fúnebre, la esposa se entristeció en su lecho nupcial.

28 La tierra tembló por sus habitantes, y toda la casa de Jacob se cubrió de vergüenza.“

En ese contexto de violencia y sometimiento, el libro de los Macabeos nos marca dos elementos fundamentales: un poder extranjero que los somete y los saquea, y una Nación sometida, cuyos miembros se han entregado al culto foráneo, el hedonismo y el placer, hasta el punto de quedar debilitados y vulnerables al poder del primero. Moraleja: sostener el culto y defender el interés común es una responsabilidad colectiva.

A partir de ese dilema histórico, salen a la luz una nueva dinastía de patriarcas, cuyo primer protagonista es Matatías, el primer Macabeo. Este muchacho niega rendir pleitesía ante el enviado del Rey, y no conforme con eso le corta el cuello a un israelí que al lado suyo se arrodilla ante el funcionario extranjero. Acto seguido, mata a este último, y sale enardecido gritando por las calles que se unan a él, que se re pudrió todo. Se recluyen en la montaña y con el tiempo se le sumó el grupo de los Leales (suena la marcha peronista de fondo), un grupo de judíos aguerridos, fieles a la ley. “Organizaron un ejército y descargaron su ira contra los pecadores y su cólera contra los impíos.”

“45 Matatías y sus partidarios recorrieron el país derribando los altares,

46 circuncidando por la fuerza a los niños no circuncidados que encontraban en territorio israelita

47 y persiguiendo a los insolentes. La campaña fue un éxito,

48 de manera que rescataron la ley de manos de los paganos y sus reyes, y no permitieron que prevalecieran los malvados.”

Matatías muere y deja en su lugar a Judas Macabeo. Éste tiene batallas con gloria y expulsa a los impíos. Vence a Apolonio. Y ahí aparece Serón, líder del ejército sirio, quien va en búsqueda de Judas para vencerlo y cobrar fama y poder en la región. Y cuando Serón va a encarar a Judas, éste no se achica y sale al campo de batalla en búsqueda del sirio. Cuando sus guerreros ven que Serón venía bastante más muñido, éstos le preguntan a Judas: “¿Cómo vamos a luchar contra esa multitud bien armada, siendo nosotros tan pocos? Y además estamos agotados, porque no hemos comido en todo el día.” Y acá viene la cita textual que ama repetir nuestro Presidente:

“No es difícil que unos pocos envuelvan a muchos, porque a Dios le da lo mismo salvar con muchos que con pocos, porque la victoria no depende del número de soldados, sino de la fuerza que llega del cielo.”

Pero sigue: “Ellos vienen a atacarnos llenos de insolencia e impiedad, para aniquilarnos y saquearnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, mientras que nosotros luchamos por nuestra vida y nuestra religión. El Señor los aplastará ante nosotros. No les tengan miedo.”

Como verán, Macabeos no es un libro que hable de la libertad individual, del derecho a la propiedad privada, ni del problema de la presión fiscal, el déficit o lo mala que es la justicia social.

Por el contrario es un libro fundante del nacionalismo, que explica la necesidad de organizarse y construir soberanía para la supervivencia de un Pueblo.

Si hubiera que aplicarlo al contexto actual de la Argentina, podríamos decir que de algún momento para acá, la política Argentina se llenó de renegados que creyeron que asimilar las costumbres extranjeras y olvidar las nuestras era una medida que traería “buena fortuna” cuando por el contrario sólo trajo pobreza, muerte y subordinación. Y que la lucha por la libertad colectiva es más importante que la supervivencia individual. Explica más: no hay tal supervivencia individual si no se fortalece la defensa colectiva.

Incluso intentando hacer una adaptación de este texto al cuerpo discursivo de Milei, podríamos decir que el kirchnerismo, la casta, o la clase política tradicional, son los israelíes renegados que “fueron enseguida a ver al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén, disimularon la circuncisión, renegaron de la santa alianza, se emparentaron con los paganos y se entregaron a toda clase de maldades”.

Resta preguntarse: ¿Quién es el Rey que nos intenta subordinar y nos viene a saquear? o peor aún, ¿a qué pueblo defiende el Presidente de un Rey impío?

--

--